jueves, 28 de noviembre de 2013

Esperanzas Rotas. Escrito por Antonio Sánchez

Esperanzas rotas



Teclas







Sentado frente al Sena esperaba impaciente la llegada de un compañero de la confederación. Se había quitado la chaqueta, el sol ya empezaba a calentar. Miraba sin ver el lento, monótono y seguro discurrir del agua por su cauce. Sus pensamientos iban como el agua:
Hacia un mes que había llegado a Paris después de un tortuoso camino, que comenzó, al pasar la frontera en desbandada, con el resto del maltrecho ejercito republicano y miles de paisanos que huían de las tropas franquistas.
Al pasar la frontera, el gobierno francés nos esperaba con los “brazos abiertos” para meternos en una playa acordonada con alambre de espino.
Hacinados, con hambre y sed,  miles de españoles que habíamos huido de nuestra querida España por culpa de la maldita Guerra. Los supuestos ideales franceses de igualdad, libertad y fraternidad, con los españoles brillaron por su ausencia.
Los primeros días en aquel campo de concentración de Argéles-sur-Mer fue un verdadero suplicio, por el día calor y por la noche muertos de frio. Cuando hacia viento la jodida arena se nos metía por todas partes. Ni siquiera había letrinas, ni para hombres ni para mujeres. Fuimos nosotros, los que en España habíamos ejercido algún tipo de mando, los que pusimos a nuestra gente a trabajar, para hacer de aquella maldita playa un lugar un poco más habitable. A falta de agua dulce, nos las tuvimos que ingeniar para usar  agua salada para la higiene.
Sin nada que llevarse a la boca, los franceses nos trataron peor que si fuéramos animales ¡Parecía mentira! El país donde siglo y medio antes se proclamaron los Derechos Universales del Hombre, ahora con nosotros eran papel mojado. Vigilados constantemente por guardianes de color negro, que parecía estar esperando que alguno de los españoles protestara o dijera algo en voz alta, para ensañarse con él a golpes. Nosotros que habíamos luchado contra el fascismo, por la democracia, la justicia y la igualdad de hombres y mujeres ¿por qué los franceses nos trataban así?
El agua bajaba mansamente. En algún momento el reflejo del sol en las mansas aguas le transportó y creyó  contemplar las aguas de su Manzanares, el rio de su Madrid. Pero no, no estaba en su ciudad, Madrid quedaba lejos, muy lejos y quizá por mucho tiempo. Estaba preocupado, las noticias recibidas hacia pocos días acerca de la familia no eran nada halagüeñas. Ahora esperaba impaciente para poder confirmarlas.
Llevaría sentado unos quince minutos cuando apareció su compañero, amigo y, desde hacía un mes, el enlace con España y la Organización.
Me levante para esperarle con los brazos abiertos. Nos abrazamos como viejos amigos y compañeros de fatigas durante muchos años. Le conocía casi desde que empezamos a trabajar con 12 años. Me pareció ver tristeza, dolor y amargura en su rostro.
Después de informarme lo que la organización quería de mi, algo con lo que no estaba muy de acuerdo y que ya había recibido por carta, pasó a relatarme que el SERE[1] estaba tratando de fletar un barco para llevar españoles a Méjico, pero que esta organización al estar al servicio del doctor Negrín, difícilmente contaría con nosotros.
Collao, yo no voy a Méjico si no es con mi familia. Por cierto ¿Cómo está mi mujer y mi hijo?
¡ Tú harás lo que se te ordene! contestó con calma pero con aplomo Collao . Tu familia cuando podamos sacarla de España se reunirá contigo allá donde estés. No te quepa ninguna duda.
¿Cómo está mi familia compañero? pregunté impaciente por tener noticias suyas.
Bien contestó escuetamente bajando la vista.
Le mire con desconfianza. Presentía que algo me ocultaba. Después de un rato en silencio insistí:
¿No me engañas?
Mira Cabezuela habló pausadamente mi compañero, como si pensara bien lo que iba a decir , fuiste un destacado dirigente anarcosindicalista antes de la guerra; en la contienda destacaste como un brillante jefe militar. Siendo un simple albañil dirigiste tu unidad  mejor y con más acierto que  otros muchos militares profesionales. El enemigo lo sabe. Quiere cogerte y hará todo lo que esté en su mano para hacerlo, incluso detener a tu familia para conseguir su fin.
Han pegado a mi mujer, a mi hijo le han roto una ceja ¡Sólo tiene 12 años!
Me miró  un poco sorprendido, pero no dijo nada. No preguntó cómo me había enterado. Se quedó callado mirando el agua que pasaba mansamente a escasos metros de nosotros.
¡Joder Collao, nosotros hicimos la guerra por la democracia, la justicia, la libertad, la igualdad entre los hombres…
Sí Cabezuela sí…pero perdimos contestó con amargura Collao
¡Ellos luchaban por Dios! ¿Qué clase de Dios permite esos comportamientos con mujeres y niños?  Mi mujer no tuvo nada que ver con la guerra, lo más cerca que estuvo de la contienda, era cuando llevaba el petate a casa para que lavara la ropa. ¿por qué la tratan así? Y a mi hijo ¡tan sólo es un crio! contesté con rabia.
No lo sé compañero, no lo sé. Son mala gente que esconden su miseria, su frustración y su conciencia detrás de un uniforme con el beneplácito y la bendición de las sotanas.
Nos quedamos los dos en silencio mirando el agua no muy limpia que avanzaba lentamente a su encuentro con el mar.
No lo pienses compañero habló de nuevo Collao, aunque esta vez con convencimiento de lo que decía . Tu familia más temprano que tarde  se reunirá contigo allá donde estés. Ahora tienes que hacer saber a todo el mundo lo que está haciendo el gobierno  fascista en España. La única esperanza que nos queda es que las democracias se den cuenta de que el fascismo traerá  a la ruina a Europa, y su reacción, no sea demasiado tarde para impedirlo. Sólo así nos ayudarán a derrocar al régimen del Funeralisimo.
Quedamos de nuevo en silencio. Una pareja de jóvenes, no muy lejos de nosotros, se besaba con pasión, ajenos a todo lo que les rodeaba.
Me han llegado noticias de una operación que se está preparando por el Valle de Arán dije al cabo de un rato de silencio.
El compañero me miró con preocupación meneando negativamente la cabeza y dijo:
Mira Cabezuela, eso es una locura, otra más, que están preparando los “chinos”[2]. No los apoya nadie, ni republicanos, ni socialistas y mucho menos nosotros. Olvídate de volver a España como un guerrillero por el Valle de Arán. Tu sitio está aquí y harás lo que la Organización te ha encomendado. En todo el  mundo se tienen que enterar de las matanzas de presos que está haciendo el nuevo régimen en España.
¡Yo no soy periodista!  Soy un hombre de acción. Tú bien lo sabes, y la Organización también.
─ Yo te he escuchado hablar en mítines en Madrid. He visto como convencías y levantabas a la gente aplaudiendo con signos de aprobación. Mira Cabezuela la Organización sabe muy bien de que pasta estamos hechos cada uno, y lo que cada uno somos capaces de hacer. Tu misión a partir de ahora será dar a conocer a todo el mundo,  y muy especialmente a la opinión pública de los países democráticos, las matanzas de gente indefensa que están ocurriendo ahora en nuestro país.
─ No digas que no ─ corto Collao al ver el movimiento negativo de  la cabeza de su interlocutor ─. Es lo que quiere la Organización. Debes acertarlo.
─ No sé, no sé …
─  Qué tal estas en la pensión ¿Te tratan bien? ─ pregunto Collao tratando de cerrar la discusión.
─ Sí. El trato es magnífico. Después del campo de concentración en  la playa cualquier cosa es buena. Por cierto, ¿habéis conseguido sacar a más españoles de aquel calvario?
Sí, pero aún quedan muchos. Estos gabachos cabrones están engañando a muchos compatriotas: con la promesa de sacarles del campo los hacen apuntarse  a la legión extrajera.
Seguimos hablando durante unos minutos hasta que nos despedimos con un fuerte abrazo mientras Collao me recordaba:
─ Estaremos en contacto. No olvides tu misión. Es muy importante que se sepa lo que ocurre ahora en España.
Otra vez solo frente al Sena y sus aguas tranquilas. Todavía estuve largo tiempo contemplándolas. No tenía nada que hacer y en esas circunstancias el tiempo corre poco.
De regreso a mi nuevo hogar, pensaba en la posibilidad de volver a España como guerrillero por el Valle de Arán. Estaba decidido a hacerlo aunque me tuviera que enfrentar con la Organización.
“Soy hombre de acción, no de estar en despachos”, me dije a mí mismo. Tenemos que echar del poder a los salva patrias que se levantaron contra el pueblo trabajador. Esos que se vieron con el derecho por mandato divino, faltaría más, de tutelar la vida de los españoles, ¡los españoles estamos capacitados para tutelárnosla nosotros mismos!



Tenía todo el tiempo del mundo por lo que regresé caminando a la pensión,  situada en 94, rue Saint-Lazare. La regentaba una mujer de mediana edad, nieta de españoles, que había hecho de la causa republicana su causa. Su misión en Paris, según dijo cuando me la presentó el compañero Collao, en un español muy afrancesado, era ayudar a los españoles. Su cara era redonda y sonrosada. Sus ojos de color aceitunado desprendían un brillo especial cuando la claridad los daba de lleno. Lucía media melena rubia con alguna mecha pelirroja. Era bastante alta para ser mujer.   Vestía con ropas muy ajustadas, que resaltaban sus formas y sus carnes. Casi siempre lucía  un generoso escote. Por su forma de vestir, en España, sobre todo la del nuevo régimen  de uniformes y sotanas, hubieran pensado en una mujer de las que trabajan en una de esas casas de ladrocinio, pero aquí en la ciudad de la luz, nadie se preocupa de cómo viste el vecino. En alguna ocasión en esos treinta días me había hecho alguna insinuación, aunque yo me hacia el despistado: en los momentos difíciles siempre aparecía la imagen de mi compañera Teresa para empujarme y darme aliento.
La primera noche, madame Rochill que así se llamaba la patrona, me presentó a los compañeros de la pensión. Eran cuatro franceses de provincias llegados a Paris en busca de una oportunidad. Madame comentó que  Sultán, el dueño de la casa, no tardaría en llegar.
Estábamos todos sentados esperando la cena cuando vi aparecer un hermoso gato rayino. Era enorme, gordo y muy lustroso.
─¡Joder, con el hambre que pasamos en el frente! exclamé en voz baja.
Nadie pareció escuchar mis palabras excepto el animal  que me miró con recelo. Todos miramos al gato cuando se acercó y de un salto  subió al regazo de madame Rochill, obedeciendo la voz de su dueña.
─ Monsieur  Cabezuela ─ exclamo sonriente la dueña de la pensión ─, este es Sultán, el verdadero  dueño de la casa.

A la semana siguiente tropecé, más bien él tropezó conmigo,  con Perales, el exilado comunista que me contara, días atrás,  lo de mi mujer y mi hijo. Le conocía de toda la vida: habíamos crecido los dos en Tetuán de las Victorias,  pueblo situado al norte de Madrid. Después la vida nos llevó por distintos lugares, a él le acercó a los comunistas y a mí  me pareció mejor lo que predicaban y practicaban los cenetistas.
─ Sabes algo nuevo de mi familia ─ pregunté impaciente después de un fuerte y caluroso apretón de manos.
No. Las comunicaciones con Madrid no son nada fáciles y entrañan un gran peligro ─ contestó Perales.
¿ Peligro aquí? ─ pregunté atónito.
Me miró sorprendido ante mi extrañeza antes de decir:
Mira Collao, aquí en Paris hay que tener cuidado con los gabachos: a lo más mínimo te detienen y te pueden entregar a las autoridades españolas, si no te apuntas a la legión extranjera. Pero el verdadero peligro está  en Madrid. Nuestros contactos allí corren un gran peligro. Podríamos decir que se juegan la vida si descubren que están en contacto con nosotros. Como poco les molerían a palos hasta sacarles quiénes somos y donde estamos.
Calló unos instantes para después mirándome con cierto reproche preguntó:
¿Has escrito ya a tu mujer?
Perales no espero la respuesta, que ya sabía de antemano:
 No, no lo has hecho. Sabes que si cogen la carta, y sabes que lo harían, ella lo pasaría mal, muy mal. España hoy es una inmensa cárcel donde se persigue con saña e inquina a los vencidos, sin importarles un  carajo el grado de responsabilidad que hayan tenido en la guerra. Son derrotados y eso ya es suficiente para ser detenidos acusados de rebelión. 
─ !Tiene cojones acusarles de rebelión !─ exclamé con amargura
─ Así están las cosas en España ─ reprochó con ironía Perales
─  No te enfades compañero. No sé qué me pasa. Tantos días de inactividad me están volviendo loco. Yo soy un hombre de acción. Cuenta conmigo para lo del Valle de Aran.
Tu organización no lo apoya. Es más dijo que era una locura.
Ya los sé ─ repliqué ─. Yo no soy mi organización. Ahora hablo por mí no por ellos. Dile a tu gente que cuente conmigo. Sabéis que me las arreglo bien al frente de las tropas. Parece ser que tengo un don especial para mandarlas que ni yo mismo conocía. No lo olvides Perales, tenéis que contar conmigo.
─ Te tendré informado y desde luego contaremos contigo. Tu nombre dará prestigio al intento de entrar en España atravesando los Pirineos. Unos cientos de guerrilleros contigo al mando será un éxito seguro.
No lo olvides, sabes cómo localizarme le dije  cuando nos despedíamos.

Hacía más de dos semanas de mi encuentro con el compañero Perales. Los días cada vez eran más largos con tantas horas vacías que no sabía de qué forma llenar. No olvidaba tampoco, aunque no me gustaba, la misión encomendada por mi organización. Había conseguido hablar con dos periodistas, a los que ya una vez en el frente concedí una entrevista, de dos diarios importantes de Paris, y ambos me llamarían en unos días para una larga entrevista. Les interesaba saber cómo un hombre, albañil de profesión, había llegado a mandar, y con bastante acierto e incluso más que muchos militares profesionales, todo un cuerpo de ejército. No desaprovecharía la ocasión para denunciar las muertes y atrocidades que el régimen militar estaba llevando a cabo en España.  Mientras esperaba pasaba todo el tiempo fuera, caminado por las calles de Paris. En la pensión estaba el tiempo justo de las comidas. Cuanto menos tiempo estuviera al lado de madame Rochill  sería mejor para ambos, aunque ella no se daba cuenta y todo su afán era agasajarme. Aquella tarde llegué unos minutos antes de la cena. La patrona salió a recibirme con un escote más generoso que de costumbre.
Han dejado un mensaje para usted, monsieur  Cabezuela.
La interrogué con la mirada. ¿Dónde está, quién...?
Hay una nota al lado del teléfono contestó la mujer a mi interrogante mirada, al tiempo que  caminaba delante de mi hacia el pasillo donde estaba situado el auricular. Pude observar con todo detalle el contoneo rítmico y provocador, quizá hoy más provocador que otros días, de sus caderas. Al cruzar el comedor comprobé  que el resto de compañeros de pensión, ya estaban sentados a la mesa esperando la cena. Aquella noche celebrábamos algo extraordinario aunque no sabía que: sobre la mesa había dos botellas de vino. ¡El Dios que lo batanó, iba  a beber vino por primera vez desde mi llegada a Francia!
Sultán se apartaba a mi paso. Yo era el único en cuyas piernas no se restregaba el animal. No le debió gustar el comentario que hice cuando le vi por primera vez. La verdad es que estofado, en el frente de Guadalajara, nos hubiera alegrado el día. ¡Estaba gordo el jodido gato!
Madame Rochill  me entregó una nota escrita con letras gruesas que decía:
 Café Marly, plaza Colette, jueves 11,30, Monsieur Pera
Guardé la nota en el bolsillo de pantalón mientras la patrona me señalaba el comedor donde esperaba el resto de comensales. Me volví para retroceder hacia el comedor cuando sentí una palmada en el culo.
Me quedé petrificado. ¡El Dios que lo batanó! Era la primera vez en mis cuarenta y cinco  años que una mujer me daba una palmada en el trasero.
Intenté volverme hacia la mujer pero ésta, con suavidad y con decisión, con su mano apoyada en mi espalda, me empujaba hacia el comedor mientras con la otra mano volvió a darme otra palmada en el culo.


Sentado esperaba mi cita en el café Marly. Sentado en una mesa situada junto a una ventana esperaba nervioso. Por fin iba a conocer todos los detalles de la invasión a mi propio país por el Valle de Arán. Estaba decidido a seguir ese plan por descabellado que fuera y en contra de mi propia Organización, a la que pertenecía desde los 12 años que empecé a trabajar. ¡Quería regresar a España! Ya me las arreglaría después para llegar a Madrid.
A Perales le conocía desde niño, habíamos crecido en el mismo barrio madrileño. Aunque  desde niños andábamos  en distintas cuadrillas, y después en distintos partidos e ideales, los dos luchamos  por un mismo fin: derrotar al fascismo.
Después de una tensa espera de quince minutos le vi aparecer al otro lado de la calle. Con decisión bajó de la acera para cruzar y llegar hasta el café.
─¡Perales el camión!
No me escuchó. Cuando miró al camión ya era demasiado tarde. El vehículo pasó sobre él sin darle la menor oportunidad.
Salí corriendo del café. Llegué a su lado y me arrodillé. Como pude cogí su cabeza y la acune en mi regazo. Tenía muy mala pinta.
 ¡El Dios que lo batanó! Durante treinta y tres meses jugando con las balas del enemigo para ahora venir a morir en un accidente de circulación en un país que no es el tuyo.
 Perales no te mueras. ¿Con quién tengo que hablar para lo del Valle?
Me miró con ojos vidriosos e intentó dibujar una sonrisa en su rostro. Conocía aquella mirada de unos ojos que miran sin ver. Había visto muchas en los últimos tres años.
Compañero ¿dónde debo ir? ¿A quién tengo que ver?
Perales intento hablar. Abrió la boca intentado decir algo. Dio un suspiro con el que escapó un poco de sangre  y también su vida.
Unos hombres vestidos de blanco me levantaron del suelo. A Perales le subieron a una camilla y ésta a una ambulancia que en unos segundos salió a toda prisa.
  ¡Quiero volver a España Perales! ¿Con quién tengo contactar?
Con quién Perales con quien murmuraba mientras veía alejarse la ambulancia, y el destino, me alejaba un poco más de mi tierra y de los míos.








[1] SERE: Servicio de Evacuación de los Refugiados Españoles.
[2] Así eran conocidos por los trabajadores, sobre todo los pertenecientes a la CNT, durante la II Republica los comunistas, que por aquel entonces era un grupo muy reducido casi marginal, por las pintadas que hacían alabando al soviet chino.

Estas explicaciones en el original van debajo de la terminación de cada hoja correspondiente, aquí al copiar el texto lo pone donde le da la real gana.

Teclas es el seudónimo. Está escrito por mi compi. Esta nota no me deja ponerla en otro sitio así que queda en el pie de pagina.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Increible como acuden los animalitos...

El sábado pasado volvimos a visitar a Marisol y Roque y a todos sus animalitos.
Se les ve felices a los animales. Ahí cada uno va a su aire. Los gatos por un lado, las gallinas de todas las clases por otro, los patos, gansos, pavos, ponis, perros, palomas,... parece un Arca de Noé pero sin arca y en plena naturaleza. Los animales acuden a ellos y dueños y animales no escatiman en cariños. Los gatos se restriegan contra los humanos, los perros lo mismo, los ponis se acercan, las gallinas y demás aves pasan cerca como si nos conocieran de toda la vida. Da la sensación de que entre todos los animales hay una gran familia. Tienen agua y comida en abundancia por eso no discuten por un cacho de pan. Animales con mejor aspecto no los he conocido. Están gordos por el alimento que tienen, pero también por el buen trato que les dan. Son animales que sólo les falta hablar como a los humanos.
Sinceramente, aquí las familias con niños se van encantadas porque están en plena naturaleza y en contacto continuo con los animalillos.
En la otra entrada que hablaba de Marcos y Heidi, son dos cabras, una macho y la otra hembra. Resulta que Heidi aun sigue ahí con ellos y está esperando familia. Yo creo que con un poco de suerte este fin de semana ya habrá tenido cabritillos.
A Heidi la hice unas fotos el primer día pero se asustó tanto, que yo también me asusté al verla corriendo despavorida. Pensé madre mía si por el susto pierde a sus bebes me da algo.
No la he vuelto hacer fotos porque la tienen apartada, recluida en un lugar apropiado y más aislado del frío para que pueda tener a sus cabritillos. 
Aun los  higos están riquísimos. Es el primer año que a últimos del mes de noviembre he comido higos de las higueras de mi pueblo. Además estaban fresquitos como si hubieran estado metidos en la nevera pues el día que los comimos habría como 5º  no más. Estaban duros, dulces  y jugosos.
Esta burrita también es de Marisol y Roque, parece ser que lo tienen separados de los ponis porque los otros ponis son muy jovenes y si se ponen en celo lo van a montar y no es bueno para su salud.
Creo que esta burrita se llama Triana
Asi que en este otro lugar tienen a este burrito con estos dos ponis.
Este no me acuerdo.
Son preciosos y acudieron en cuando olieron a sus amos.
Estan suaves como ponis de juguetes, solo que estos son de carne y hueso.
Y este creo que es Furia.

Desde este lugar se ve el pueblo así que hice una foto.
Esta hembra poni jovenzuela está en celo y los perros van tras ella,
Los animales si ven cariño ellos lo dan igual.
Es precioso ver como comen de la mano de Roque.
Este perro es un poco sinvergüenza y no guarda la compostura. 
Los suelos están cubiertos de hojas de otoño  que, de pronto les salieron alas y quisieron imitar a los pájaros posándose en el suelo para pintar un tapiz del otoño.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Homenaje a todas las mujeres que son y han sido victimas de malos tratos

EN TI ESTÁ QUE NADIE TE MALTRATE



¿Por qué un día me amas y al otro me lastimas, machacas mi cuerpo?

¿Por qué me dices que me quieres, si al rato me desprecias?

¿Porque me gritas y dejas en ridículo delante de tus amigos?

¿Por qué me llamas inútil?

¿Por me obligas a quererte?

¿Por qué me violas?

¿Por qué me maltratas delante de los niños?

¿Por qué me tapas la boca cuando lloro?

¿Por qué me repeles y dices que no valgo nada?

¿Por qué nunca hago nada bien para ti?

¿Por qué no me das dinero para comprar alimentos?

¿Por qué me tienes muerta de miedo y no dejas que sea libre?

¿Por qué, por qué...?

¿Por qué cuando ya solo soy un despejo y  pido ayuda, aun eres el peor de los monstruos?

¿Por qué intentaste matarme ahogándome,
cortando el oxigeno que me da la vida?

Tú no eres mi dueño, yo soy libre de elegir a quien quiero…

¿Por qué controlas con quien puedo hablar y con quién no?

¿Por qué tienes que decirme como puedo o no ir vestida?

¿Por qué me insultas y abofeteas cuando no hago lo que me dices?

¡¡¡Por fin soy libre, me liberé de tus cadenas!!!.

¡¡¡Yo tuve suerte por pedir ayuda y alejarme de él!!!.

Mujer, no seas un numero más de mujer muerta a manos de tu carcelero.

Este poema lo escribí hace mucho tiempo. Hoy día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer  pongo aquí para despertar a las mujeres que aun siguen callando el maltrato..


viernes, 22 de noviembre de 2013

Error Mortal. Con este relato participé en el Certamen Literario Federico García Lorca.



Error Mortal

Chiqui



Morena y delgada; de estatura pequeña y cuerpo frágil. Con ojos redondos como dos lunas llenas de  color miel a punto de salírsele  de las orbitas, por lo que estaba viendo en esos momentos a su alrededor, y por los sonido que llegaban de la habitación contigua.  El pánico se apoderó de ella. Un  sudor  frío invadía su frente,  que como  un reguero  de agua salada corría a toda velocidad por  su cara, escurriendo por la barbilla, hasta estamparse en el frío  y sucio suelo del matadero  abandonado en donde estaba maniatada. Sus  piernas estiradas apuntando cada una en distinta dirección, estaban engarzadas a una maroma como si de  un toro o alguien con fuerzas se tratara.  Tenía todo el cuerpo dolorido como si le hubiera pasado por encima una apisonadora.  Sentía que  a través de los agujeros de la nariz corría un fino reguero de sangre templada. El dolor en los labios inflamados y heridos era insoportable.  La dolía el estomago de haber recibido puñetazos como si hubiera sido un saco donde se habían entrenado un puñado de boxeadores.  Pero lo que más la dolía era en la zona de la entrepierna. Además  sentía un líquido viscoso y pegajoso que corría por sus muslos.
Se desmayó sólo de recordar la paliza que la habían dado dos matones de cerca de dos metros con cuerpos que a ella le parecieron gigantes. Los dos sicarios  se emplearon bien en dejar su cuerpo  magullado que aullaba de dolor y se convulsionaba  de terror.
No le dolían las heridas superficiales, si no, las heridas interiores. Sentía como si una enorme culebra la hubiera atravesada desde la vagina saliendo por la boca e introduciéndose de nuevo destrozando todo lo que encontraba a su paso.
Al otro  lado  de la  habitación destartalada y llena de mugre en donde las cucarachas y ratas compartían habitáculo con ella,  escuchaba a dos hombres discutir.
- No, no podemos dejarla con vida - decía una voz ronca y firme.
- ¡Pero Javier, si no es la persona que nos han encargado de secuestrar! - dijo la otra voz.
- Mira Luis, si los jefes se enteran de que hemos fallado en el encargo que nos han hecho,  seremos hombres muertos. Como comprenderás a estas alturas de mi vida teniendo varias  muertes a mis costillas, no me voy a apiadar de una simple y vulgar criada.
Libertad volvió a sacudir la cabeza, se recuperó  del desmayo. Su mente machaconamente recordaba la paliza recibida, y quedó paralizada al escuchar que planeaban matarla.
 Se incorporó dejando su cuerpo doblado y medio sentado en el suelo. No le daban más juego las dos sogas que sujetaban sus piernas  separadas y atadas a dos columnas.  Forcejeó con las manos atadas a la espalda en un intento de poder soltarse. Pero no logró  ni tan siquiera aflojar un poco las cuerdas.
Su impotencia la hizo sobrecogerse y un manantial de lágrimas inundó de nuevo su cara. Miró a un lado y a otro y sólo veía un suelo sucio en donde la sangre ennegrecida de los animales sacrificados se había petrificado formando dibujos deformes que la suciedad fue construyendo sin cincel ni otras herramientas. El  transcurso del tiempo se encargó de hacer su obra de arte en esos suelos carcomidos por los golpes recibidos en cada caída de machetes y cuchillos. El techo estaba lleno de cuerdas como las que sujetaban sus pies. En  el  extremo de las cuerdas  brillaban  pequeños trozos de metal que se habían salvado de la grasa,  sangre y mugre por donde eran enganchados y degollados los animales, ganchos  relucientes que al estar suspendidos en el aire, se columpiaban con la brisa del viento que entraba por los ventanales rotos, dando sensación de estrellas fugaces.

- Pero cómo nos ha podido pasar esto – decía Luis mientras  daba puñetazos en una mesa mugrienta que tiempo atrás había servido para desmembrar los animales muertos que pasarían a ser vendidos en filetes y trozos de carne para su consumo -. Como hemos podido confundir a una criada o una mujerzuela  con la hija del Presidente de la Nación.
- Mira Luis nos ha pasado y lo tenemos que solucionar- cortó Javier con rabia por el error cometido -. Ha sido una coincidencia que fuera de la misma estatura, similar color de pelo y que llevara la misma ropa que la hija del Presidente. Y para más inri que siguiera el mismo itinerario. Tenemos que solucionarlo y que no nos vuelva a pasar.
- Joder Javier  es muy fuerte matar a una persona que no tiene nada que ver en este asunto. 
- ¿Y qué hacemos?  Nos ha visto la cara. Nos puede delatar ¿Estás dispuesto a pasar el resto de tu vida en la cárcel? – preguntó Javier un poco sarcástico.
- No joder no quiero pasar el resto de mi vida en la cárcel.  Hacemos lo que tú digas y asunto terminado, no me calientes más la cabeza.

Libertad escuchó esos comentarios que venían del otro lado de la pared.
Miró sus ropas, ahora, hechas jirones. Ropas que le habían dado en Cáritas y qué Dios sabe a quién podrían pertenecer. Ella recogió las ropas de Cáritas y se las puso al día siguiente para ir a trabajar a una casa  que, en Cáritas, la habían encontrado.
Pensó para sus adentros que, qué mala suerte tenía. Justo encuentra un trabajo para salir de la calle y por ponerse unas ropas que pertenecían supuestamente a la hija del Presidente es abordada y secuestrada. Y ahora se ve en esa situación. Recuerda, mientras la estaban sonsacando quien era,   los dos mastodontes la preguntaron varias veces que si era la hija del Presidente y ella contestaba una y otra vez que no, que tan sólo era una chica sin estudios y que iba a comenzar ese día a trabajar en una casa. La interrogaron sobre la ropa de que llevaba puesta, de marcas muy caras y de gran calidad, para una chica de la calle. Cree recordar  que les dijo que se las habían dado en Cáritas. Ahí fue cuando comenzaron a apalearla y a violarla una y otra vez sin consideración ninguna.
En esos momentos se dio cuenta que no era a ella a quien querían  secuestrar, si no, a la verdadera dueña de esas ropas donadas que, ahora puros  harapos,  ella lleva puestas. Escuchó un ruido en la cerradura de la puerta y se hizo la dormida. Dejó su cuerpo caer al suelo en la misma postura en la que se despertó unos minutos atrás. Javier la dio un puntapié para ver si estaba despierta. Ella ni se  inmutó pero se le escapó una mueca imperceptible de  dolor.  Luis  desató los pies y las manos y se la echó al hombro como si de un saco de patatas se tratara. La llevó a una arboleda que había cerca del lugar. La violó de nuevo. Apuntó con la pistola. Puso el dedo en el gatillo pero al momento lo quito diciendo:
- Esta chica ya está muerta, no merece la pena desperdiciar una bala en ella.  
Se  metió la mano en la bragueta y sacó su miembro. Hizo dibujos en un árbol mientras soltaba una gran  meada. Guardó el miembro arrugado y flácido    en el pantalón, subió la cremallera, y sin mirar atrás caminó hacia la carretera en donde le estaba esperando Javier con el coche en marcha, y la música a todo volumen. 
-¿ La has matado?¿Por qué has tardado tanto? Un poco más y hubiera ido a buscarte - comentó Javier gritando, y un poco intrigado, para que sus palabras sobresalieran por encima de la música que escuchaba a todo volumen.
-Sí, no tienes por qué preocuparte. Nunca nos delatara - respondió Luis mientras entraba en el coche -. La he vuelto a echar un polvo, ¡tenía un buen cuerpo la chica!  Era una pena desperdiciarlo.
 Javier le miró sarcástico:
- Joder, no la querías matar, pero no te ha importado violarla repetidas veces. Tienes unos escrúpulos un tanto especiales.
¡Calla y vayámonos  de aquí! Cortó en seco Luis algo molesto.

Libertad quedó como un despojo humano en mitad de la arboleda. Estaba toda dolorida pero con vida. Se quedó en posición fetal y así pasó el resto del día y de la noche. Al día siguiente despertó. Los rayos dorados del sol acariciaban su cuerpo menudo casi desnudo porque sus ropas estaban hechas jirones. Su lengua era como una lengua de trapo que había engordado dentro de la boca,  y estaba seca y áspera  como la paja dorada en otoño. Un mirlo la dio los buenos días con su canturreo matinal. El viento agitaba las hojas de los árboles haciendo que alguna de ellas se desprendiera de las ramas, y fueran a parar al cuerpo tirado en el suelo de Libertad. Agradeció el contacto de la hoja al posarse suavemente en su lacerado cuerpo. Se llevó las manos a la cara como si quiera taparla por la vergüenza que sentía de haber sido violada. Encogió más sus piernas y quedó como un feto dentro de la barriga de su madre, pero a ella no la envolvía el líquido abnotico, si no la tierra y un paisaje arbolado de hojas verdes, también un cielo que la arropaba con su manto azul. Sentía una amargura despiadada. Así estuvo media mañana tumbada sin saber a dónde ir.  Por su mente pasaron montones de pensamientos negativos. Quiso dejar de respirar. Quiso que la tierra la tragara en esos momentos. Quiso volverse arena de desierto…
A media mañana comenzó a escuchar unos truenos y vio como el cielo resplandecía con relámpagos. Como en un momento el cielo se tiño de grises. El sol se había ocultado para dar lugar a unas nubes fuliginosas que amenazaban  con una gran tormenta. Ahí vio que su vida se escapaba, que las fuerzas la abandonaban y se dejó llevar.
Despertó entubada en una habitación de paredes blancas. Una maquina en el cabecero de la cama marcaba sus latidos del  corazón. Una mascarilla con oxigeno cubría su boca. Sus brazos estaban agujereados y un líquido blanquecino entraba en sus venas. No sentía dolor ninguno. Abrió sus enormes ojos de luna llena y vio,  por la rendija de la puerta que  una de las enfermeras se había dejado medio abierta, sentado en una silla unas piernas con uniforme de policía. Se sintió protegida y cayó en un profundo sueño.

Despertó a media  noche y sus tripas eran un conjunto de acordeones y trompetas interpretando una melodía de sonidos sordos. Sentía hambre. Después de cuatro días sin comer sentía necesidad a pesar de estar acostumbrada a pasar varios días sin llevar nada sólido a  la boca. Intentó moverse para incorporase y las maquinas se volvieron locas y comenzaron a sonar las alarmas. El policía de la puerta entró y al verla intentando levantarse exclamó.
-¡Tranquila!  No te incorpores, no pasa nada, aquí estas a salvo.
Enseguida llegó personal médico para ver que sucedía.
-  Tengo… hambre,…y… mucha sed - a duras penas logro articular silabas por su boca dolorida, ya que tenía las mandíbulas rotas,  y cuatro dientes arrancados  por los golpes que había recibido.
De inmediato cayó en un sueño profundo, mientras ella hablaba con una de las enfermeras, la otra compañera le inyectaba en el suero un relajante que la hizo quedarse sin fuerzas y, al instante, dormirse. 
Los médicos vieron que tenía varias costillas rotas, el bazo reventado y el pulmón derecho dañado. Que la habían desgarrado  por dentro destrozándole incluso la vagina.
- ¿Que animal o animales  han sido capaces de hacer esto con una chica que apenas puede tener  veintitrés años? - comentó con rabia el médico que llego para atenderla -.  Cuando se recupere un poco, habrá que operarla de los órganos que tiene dañados. Posiblemente alguno lo pierda.
- La hija.. del Preeesi…deeenteeee - susurró la enferma entre sueños.
- ¿Qué dices? – pregunta el policía a la joven acercando su boca al oído de la enferma, mientras el médico movía la cabeza en un gesto de pena observando a la joven paciente.
- Hija del Presid… peligroooo - apenas tenía fuerzas para sus palabras    fueran perceptibles.
El  policía había sacado una libreta y un bolígrafo para tomar nota de todo lo que escuchaba. No podían tomarla declaración por su estado tan delicado, pero si ella hablaba tomaría nota.
Él no se retiró de ahí por si decía algo inteligible pero tan sólo pudo captar:
- Presidente, peligro, tal vez sea presidiario lo que quiera  decir- dijo en voz alta el policía.
Pero Libertad estaba en una especie de duermevela que, a cada instante, se dormía y muy agitada se despertaba, aunque  apenas podía abrir los ojos porque sus parpados  pesaban debido a la medicación que estaba entrando por sus venas.
Los médicos pensaban que era lo mejor que se podía hacer en su situación: estar dormida, no cavilar, no preocuparse por lo sucedido, por mucho que ellos se empeñaran esto era imposible,  y no tener dolores.
Cuando unos campesinos la encontraron,  la envolvieron en una manta porque estaba fría como un cadáver. De hecho pensaron que podía llevar varios días sin vida. No tenía apenas pulso. Estaba llena de barro y tapada por las hojas que el viento arranco en la tormenta. Fue un milagro que pudieran verla camuflada, como estaba, por la naturaleza. 
Afortunadamente la encontraron esos campesinos, si no, nadie la hubiera buscado porque no tenía a nadie. Tan sólo la hubiera echado de menos Francisco, el voluntario  responsable de Cáritas, que fue quien la proporcionó la ropa y el trabajo que iba a realizar el mismo día que la  secuestraron.
O tal vez Francisco  pensara que se fue a otro lugar porque no quería trabajar. ¿Qué iba a pensar ese buen hombre que la había ayudado a mejorar su vida? Si no la hubieran encontrado pensarían que era una desagradecida y una vaga que no acudió al trabajo el primer día. Por su cabeza pasaban montones de cosas que la agitaban y la ponían nerviosa. Ella era una persona agradecida y muy trabajadora. Cuando estuviera repuesta sería a la primera persona que visitaría,  y  que amablemente, daría explicaciones del porqué no acudió al trabajo.
Libertad en esos momentos  de  lucidez pensaba  contar a la policía todo lo que escuchó de sus raptores, aunque por otra parte temía que la tomaran por loca, y la ingresarán  en un psiquiátrico.
¿Quién iba a creer a una simple chica que no tenía oficio ni beneficio?
¿Realmente era creíble lo que la había sucedido?
¿Dónde estaban sus ropas?
Necesitaba esas ropas porque eran en único vínculo que la unía a la hija del Presidente.
Seguro que al quitárselas las echaron a la basura. Y las ropas son la muestra de que un día fueron de la hija del Presidente. ¿Pero cómo podría ella ponerse en contacto con el Presidente para salvar a su hija?
Seguro que ya estaban al acecho los secuestradores para  raptarla. Por último se desinflaba pensando que era algo increíble que alguien quiera raptar a la hija del Presidente de la Nación, que todo había sido una burda mentira de los matones, para violarla repetidas veces, saciar sus bajos instintos y matarla después para que no los pudiera delatar nunca.

A los tres meses Libertad estaba recuperada del todo, no sin antes haber pasado unos días bien jodidos. Incluso, los médicos habían  temido por su vida. Saldría del hospital sin el bazo, sin medio pulmón y sin poder ser madre. Pero estaba con vida y eso la resarcía de todo lo sucedido.
Francisco el trabajador de Cáritas,  al enterarse por una enfermera, había ido a visitarla al hospital. Por mediación de él iría a una casa de acogida durante el tiempo de convalecencia. Cuando estuviera repuesta del todo la buscaría un trabajo. Después de todo parece que la vida volvía a sonreírle.
En la sala de espera mientras terminaban con sus informes, cogió un periódico que había  sobre una mesa.
Se estremeció: en la portada del periódico, aparecía la imagen seria del Presidente de la Nación junto a su esposa.
Libertad sintió como si un puñal se la hubiera clavado en el corazón mientras leía en letras grandes:  raptada la hija del Presidente de la Nación.  500.000 euros de recompensa a quien pueda dar alguna pista.
Comenzó a transpirar y a quedarse pálida. El terror se apoderó de ella y era incapaz de despegarse de la silla donde esperaba sentada, a que el doctor la entregara su alta médica, y la información pertinente.
El médico se acercó a ella con una carpeta,  de color suave malva, donde llevaba su informe médico,  junto con las medicinas que debería de tomar de por vida.
Al ver el estado de la joven, rápidamente pidió ayuda. Un celador y una enfermera la metieron en una sala de urgencia casi a rastras.
La joven no podía articular palabra, ni tan siquiera moverse, aterrorizada como estaba, con el periódico en la mano y sin poder apartar sus ojos de aquella primera página.

Libertad no pudo salir ese día del hospital. Sus débiles defensas se vinieron abajo dándola un ataque de pánico. No tuvo valor de contar a nadie, ni siquiera a los médicos que tan bien la atendieron, que la confundieron con la hija del Presidente. Era una historia absurda. Ya tenía bastante para que encima la tomaran por loca. Pero no, la historia ahora era realidad,  y tenía que hacer todo lo que estuviera en su mano para que a esa chica no la pasara lo que a ella.
- No puedo darte el alta en estas condiciones - dijo el médico sin soltar la carpeta de color malva suave.
La joven asintió con la cabeza pero dijo con voz temblorosa ya suplicando con su mirada al médico:
- Lo que usted diga doctor, pero necesito hablar con la policía.  Es muy urgente. Creo saber dónde está esa chica.
El médico la miró atónito exclamando:
- ¡Pero si llevas sin salir de aquí tres meses!
- Estoy aquí porque me confundieron con ella - contestó Libertad con rotundidad.

Pasados unos días, Libertad llevó un regalo a las enfermeras y médicos que tan bien la habían cuidado y atendido. La joven  después de hablar con la policía, los campesinos llevaron a los agentes a la arboleda donde la encontraron. Desde allí se veía el viejo y cochambroso edificio del antiguo matadero abandonado. Uno de los secuestradores murió en el enfrentamiento con la policía, el otro resultó gravemente herido. Pasaría una larga temporada en el hospital y el resto de su vida en la cárcel. La hija del presidente fue rescatada y al parecer sin un rasguño.  La policía seguía buscando a los autores intelectuales del secuestro.


Libertad donó una buena cantidad  de dinero para la investigación de trasplantes de ovarios. También para la investigación de la leucemia en los niños/as. Colaboró con Cáritas  aportando varias sumas de dinero. Por primera vez en su vida, se sintió que era alguien importante, pero no por el dinero que tenía, si no, porque podía ayudar a que los demás tuvieran menos carencias y fueran más felices. Aunque muchas noches se despertaba sobresaltada, y después la costaba conciliar el sueño.

No fui seleccionada para ninguno de los premios, pero si tuve una gran satisfacción en escribirlo.
Si hubiera ganado el premio se hubieran beneficiado de él varias personas entre otras muchas Cáritas. Iba haber donado 300 euros si hubiera tenido el primer premio. También les hubiera dado algo a mis sobrinos. Pero se quedó todo en ilusiones y en la satisfacción de escribir sin saber lo que quería. Fue surgiendo todo sobre la marcha.
Otra vez será.

Ahhhhhhhhhhh, se me olvidó poner que Chiqui es el seudónimo con el escribí y participé en este relato.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Sábado Familiar



El sábado me he cargado de energía positiva para todo el invierno.
Estuvimos en familia. Salimos a la montaña a caminar y a ver paisajes de mi pueblo.
Esta foto está tomada desde el mirador de El Real de San Vicente.
Un espectáculo divino, tan divino como el paisaje a colores por el otoño.
La montaña enorme que respalda el pueblo es la Cabeza del Oso.
Mis dos primas guapas.
Subimos a las cruces, yo lo llamo las antenas. Desde este lugar se divisa el Valle del Tietar abajo, y la Sierra de Gredos que ya comenzaba a tener algo de nieve.
Hacía un frío del demonio. La verdad no íbamos preparados para el frío porque no pensábamos que lo hiciera. 
Esta soy yo muertecita de frío por las manos. El cuerpo iba bien abrigada porque llevaba camiseta de manga larga de algodón, un polar y encima el chubasquero. Los pies calentitos como una ascua  de la lumbre. Con las super - botas que tengo desde hace tres años para los inviernos no se me enfrían los pies. Botas de hacer senderismo y recubiertas de borreguete  por dentro, y plantillas de hacer senderismo. Compré por 75 euros  pero los estoy amortizando con creces. Botas de invierno para días de diario y fiestas.
Es lo que nos pasa a los pobres que solemos comprar calzado barato, y es una gran equivocación, calzado bueno para que sostenga nuestro esqueleto, y además nos durará mas y saldremos ganando porque al final ahorraremos.

Mis primas muertas de frío igual que yo.


Primas y primos muertos de frío pero disfrutando a tope.
Madre e hijas
Cogiendo castañas. Nos reímos un montón y disfrutamos muchísimo.
Cuando se hacen las cosas por diversión no cuesta tanto hacerlas, pero que le pregunten a las familias que llevan más de un mes recogiendo castañas si les gusta hacer este trabajo. Recoger castañas es una tarea muy pesada pero no queda más remedio que hacerlo. Si no fuera por estos ingresos muchas familias de mi pueblo pasarían mal el invierno. Así tienen estos ingresos que son socorridos después de darse una buena paliza y desriñonarse para hacer la recolecta de las castañas. 




Ahora  en un ratito escribo texto y subo más fotos.
Mi primo Alvaro comiendo zarzamoras. Algunas zarzamoras rezagadas estaban esperando que alguien llegara con ganas y se las comiera.


Después de trabajar tanto :-) nos esperaba un cocido riquísimo.
La  prima Aurelia y su hija Marimar se quedaron haciendo el cocido.
Marimar desde las ocho de la mañana tuvo el cocido a la lumbre en puchero de barro hasta las 14:30 que volvimos a comer.

:-) Aquí como pueden apreciar no hay cacerolas de oro ni de lujo. Se vuelca el puchero en barreños y sin problema ninguno. Jajajaja cuando vimos el barreño con los garbanzos nos reímos un montón todos. Es lo que hay y no hay que tener vergüenza por ello. El que más y el que menos tiene una batería de cocina pero no para volcar un puchero lleno de garbanzos que íbamos a comer quince personas.
 ummmmm que aspecto tiene la morcilla jajajaja parece una... :-)
Pero estaba riquísimaaaaaaaaaa.
La carne del cocido tenía rellenos que es una tortilla de pan con huevo, ajo y perejil. Un buen  chorizo, morcilla, huesos de jamón, huesos de espinazo, pollo y morcillo. todo muy rico. Y con hambre más. Yo comí de lo que pude y a lo que no tenía intolerancia.
Sopa del cocido. Fideos, yo en mi casa lo hago con sopas de pan.
En casa de la  prima Aurelia hice fotos pero tenía mucha luz y salieron mal, y además la luz me pillaba justo en frente de la cámara.

Cenando en casa, foto tomada con el móvil.
Aquí faltaron  a la cena las dos niñas de Marimar y su marido Pedro.
Primos terceros, primos segundos, primos hermanos, mi padre, mi compi y yo que naturalmente no me puse en la foto porque soy quien las hace. Esta no está clara porque está tomada con el teléfono móvil.
Hemos pasado un sábado  precioso riendo y caminando por la sierra. El domingo estuvo todo el día lloviendo.
Bueno ya tengo cargadas las pilas para todo el invierno.